martes, 14 de mayo de 2013

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

                                       
                                                       RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

                                                           


        Prolífico escritor y periodista vanguardista español, generalmente adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, e inventor del género literario conocido como greguería. Posee una obra literaria extensa que va desde el ensayo costumbrista, la biografía (escribió varias: sobre Valle Inclán, Azorín y sobre sí mismo: Automoribundia), la novela, el teatro. Su vida y obra es una ruptura contra las convenciones. Es así, una encarnación con el espíritu y la actuación de las vanguardias, a las que dedicará un libro llamado Ismos. Su obra es extensa y su eje central son las greguerías, que es un género iniciado por él, que son un conjunto de apuntes en los que encierra una pirueta conceptual o una metáfora insólita. Suelen ser de varios tipos: chistes, juegos de palabras e incluso también pueden ser apuntes filosóficos.
«Ramón», como le gustaba que le llamaran, escribió un centenar de libros, la gran mayoría traducidos a varios idiomas. Divulgó las vanguardias europeas desde su concurrida tertulia, en el Café de Pombo, inmortalizada por su amigo el pintor y escritor expresionista José Gutiérrez Solana. Escribió especialmente biografías donde el personaje reseñado era en realidad una excusa para la divagación y la acumulación de anécdotas verdaderas o inventadas.


                                        GREGUERÍAS

                                 El ventilador debía dar aire caliente en invierno.


Por los ojos nos vamos de la vida.


Lo que defiende a las mujeres es que piensan que todos los hombres son iguales, mientras que lo que pierde a los hombres es que creen que todas las mujeres son diferentes.


                                            El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.


 

¿Y si las hormigas fuesen ya los marcianos establecidos en la Tierra?


                   Eso de creer que el loro no sabe lo que dice es no querer ofender, pero el loro nos mira cuando nos insulta.


                     

                              Los recuerdos encogen como las camisetas.

 

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